Mafalda apareció por primera vez en una tira cómica en 1964 cuando tenía seis años. A pesar de su edad, era una niña con un gran corazón y una conciencia del mundo en el que vivía, se preocupaba por la humanidad y la paz mundial y, a su manera, luchó contra los problemas que veía a su alrededor.
A veces se necesita la inocencia de un niño para que la gente se dé cuenta de su propia necedad. La aparente ingenuidad de la juventud es fácil de descartar… pero a menudo revela una visión del mundo que no está cargada con las ideologías retorcidas y ambiguas de la edad adulta.
Quino le entrego a su país una niña curiosa e ingeniosa que usó el humor y la ironía para pedir una mayor democracia en un país propenso a las crisis, murió a los 88 años, una mente extrapolada en el alter ego de una heroína de papel, porque el mundo a veces exige crear un mundo nuevo para tratar de cambiar en el que vivimos.
A ella también le gustaban Los Beatles; pero suponemos que a todos les gustaba en aquella época.
Durante diez años Mafalda apareció en periódicos de Argentina hasta que el caricaturista Quino detuvo la serie. En esos diez años solo había ganado cinco años de edad, pero tenía un gran número de seguidores en América Latina.
Los lectores se sintieron atraídos por ella de una manera que en esta región nunca antes se había visto con una caricatura. Habló con una comunidad que necesitaba cuestionar el estado del mundo, pero vivía en una época en la que era más seguro que un niño ficticio hiciera el interrogatorio.
Ella miró más allá de los problemas habituales de la escuela primaria de barras de muesli, cuerdas para saltar y gérmenes de niños. Abordó la guerra de Vietnam, las armas nucleares y el significado de la vida.
La influencia de Mafalda creció a lo largo de los años que fue publicada en periódicos argentinos (y en compendios de viñetas) y de otros países de sudamericana, tanto fue su impacto, que llegó al punto en el que incluso estaba influyendo en los hábitos alimentarios de los niños.
Hace dos años se instaló una estatua a tamaño natural de ella cuando era niña en el barrio de San Telmo en Buenos Aires, frente a la antigua casa del dibujante Quino; Se ha convertido en una atracción turística popular en la ciudad y todos los días, sin importar la hora, siempre hay personas esperando para tomarse una foto con ella; quien siempre estará allí esperando sentada esperando que los adultos entiendan la vida de los niños; Así como lo intento el principito de Saint Exupéry.
Fuente: Time Travel Turtle
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